Querida Muerte:

Durante este tiempo de incertidumbre y confinamiento planetario muchas personas te recibieron solas.

Y a ti te supo mal…

Sabías que no era por ti tanto miedo, sino más bien por ese abismo ante lo desconocido que tan poco nos gusta a los seres humanos transitar a solas. 

Y tú lo sabes bien. Porque aunque nosotros ya lo hayamos olvidado como especie, tú, la que todo lo ve y todo lo sabe, nos ves como los animales mamíferos que somos, necesitados de piel con piel, de afecto y de manada, desde el primero y hasta el último de nuestros días.

Por eso trataste de susurrar en cada oído justo las nanas de su propia infancia, de devolver con cuidado, uno a uno, los abrazos recibidos que cada quien aguardaba cual tesoro en su corazón. De cantarle la banda sonora de toda su vida.

Tú, la de los ojos viejos y las grandes manos arrugadas, no querías que eligieran el miedo al verte.

Y nos sabes a todas y a todos hechos de historias…

Por eso los sentaste como una abuela en tu regazo y les contaste el increíble cuento de sus vidas. Porque aunque en este mundo lo hayamos olvidado, tú nos ves por dentro y nos sabes a todas y a todos héroes y heroínas, que con nuestras pesadas mochilas a cuestas y en esta sociedad enferma que hemos creado, hacemos lo que podemos por poner un poquito más de amor en circulación. Hacia adentro y hacia afuera. Cada cual a su manera. Y tú sabes que eso es lo que nos hace grandes. Porque tú nos conoces desde siempre. Nos has visto caer y levantarnos, nos has visto soñar y también tener pesadillas. Y guardas esa última historia que contarnos, sin prisas, con mimo y tantos detalles… Porque bien sabes que así, a fuego lento, es que todos los corazones, por más cerrados que lleguen a tus brazos, se abren…

Y que a veces ocurre el milagro… e incluso quienes vivieron ciegos o ciegas ante lo verdaderamente importante, al fin, lo comprenden.

Y así pueden marcharse colmados, ligeros y en paz, como cuando vinieron…

Cristina Romero, autora de El Libro Blanco de la Muerte (Editorial Ob Stare) y Ojos Grises, semillas para un mundo mejor (Editorial Kyrie)

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